Derivas
Óleo sobre Lienzo y Técnica Mixta sobre Papel
Información
Fecha 2016
Expuesto en
Localización Madrid
"Henry Bergsón hablaba de la continuidad del tiempo, la vida como tiempo acumulado, la
segunda piel que nos sostiene, capa sobre capa, lo que subyace y se enreda en las raíces, el
elan vital que suma lo que fuimos, lo mismo y diferente se encuentra en esta obra.
Hay algo en el paisaje que nos pertenece, una presencia oculta que concluye en todo lo que
somos, algo indefinido que va cobrando forma: perfiles que dejan hondas huellas sobre un mar al
que hieren los azules, blancas crines del agua derretida en los profundos surcos de las rocas,
trama que teje le memoria para que nada caiga en el olvido, paisajes líquidos, tiempo que huye
en un continuo parecerse a lo que fue la vida, y de esas secuencias emergen los restos que fue
dejando la marea, vestigios de naufragios que cada amanecer devuelve el oleaje, redes con
restos de pieles mordidas por el blanco del salitre, hinchadas maderas con manchas de alquitrán,
amarras que fueron asidero de ahogados, caracolas con músicas ajenas y el silencio que late en
cada espacio para que respire la luz y los colores se evidencien, emergentes de la pura
geometría sesgada por el trazo.
No se llevará la resaca de noviembre estos cuerpos, su rotunda presencia, sus contornos contra
una luz cada vez más intensa; el viento que sopla desde el Brusco se ciñe a los volúmenes, los
viejos tamarises abrazan con sus ramas quebradas la urdimbre de estas vidas, su existencia se
sostiene en cada corte abierto por el cúter, lúcidas en su saber acumulado, presentes posan con
sus gestos cotidianos. Todo sucede en esa frontera, cenefa donde las olas fijan su límite preciso,
en el instante exacto donde el agua se remansa, donde queda para siempre el tiempo resumido,
lugar donde las olas no quieren volver al mar anónimas.
Esta obra tiene todos los secretos de lo que fluye y a la vez nos sugiere la quietud que supone
estar enraizados en un espacio frágil. Somos parte de un paisaje interior que hicimos nuestro.
La pintura de Joaquín Martinez Cano es revelación, muestra aquello que oculta la apariencia. En
la recieza los cámbaros dejaron su críptico mensaje. Saber leer los signos, hacer visible lo
invisible, es oficio del que sabe mirar.
Lo que decía J. Ángel Valente de los versos es posible atribuirlo a esta pintura: cada trazo puede
ofrecer una respuesta a lo que muchos querían saber o una pregunta que antes nadie había
hecho. Desde el paleolítico, en Altamira o Lascaux, el arte fue comunicación, utilizó siempre un
leguaje ambiguo, se sirvió de las imágenes y los símbolos, la evidencia y la ocultación, lo real y lo
abstracto."
Mariano Cardo, 2015